Tradicionalmente se ha clasificado el espiritismo en Cuba en cuatro tendencias o cultos específicos: mesa, cordón, caridad y cruzado
Hay otras denominaciones, como es el caso del espiritismo de bembé o sao, expuesto en la obra El espiritismo. Variantes cubanas (1996), del investigador José Milet, de la Casa del Caribe. Valorando la clasificación tradicional, consideramos como: – Espiritismo de mesa o científico: toda manifestación espirita que mantenga en su forma original la doctrina kardeciana, sin agregados procedentes de las creencias populares cubanas o de cualquier otro origen. Con la aclaración de que las características de este culto, secta o asociación no permiten incluirlo dentro de los cultos populares. – El espiritismo de cordón, cuyo nombre procede de la cadena o cordón que se forma durante el culto; es producto del impacto de las ideas kardecianas en un medio donde predominan las católicas y heterodoxas. Presenta un núcleo kardeciano: principio de la reencarnación, purificación de las almas, búsqueda del bien… Como agregado tiene múltiples elementos del catolicismo popular. La influencia africana se presenta, sobre todo, en la oposición y la lucha contra la magia negra de este origen. Los cordoneros practican un culto mágico-religioso de carácter extático. Su núcleo es kardeciano 40 y está enriquecido con elementos eclécticos en proceso de sincretización. El sistema de ideas carece de un método teórico por falta de una institución central. La literatura del kardecianismo sólo se consulta ocasionalmente en algunos templos. Todo lo anterior nos permite comprenderlo como espiritismo popular. – El espiritismo de caridad está formado por un conjunto de creencias que muy poco difieren de las del espiritismo de cordón. Las diferencias fundamentales se presentan en la esfera del culto y el ritual. En los cordoneros es necesaria la presencia de numerosos participantes entre médium y otros creyentes junto con el accionar del cordón, mientras que el espiritismo de caridad sólo exige —al menos— la asistencia de dos personas: el médium y el aspirante a la caridad. Los espiritistas de caridad trabajan de manera independiente, por lo común lo hacen en sus propias casas o en locales acondicionados para el caso. Algunos médium cordoneros consultan en sus casas, a la manera del espiritismo de caridad, lo que no significa que se les incluya en este subsistema religioso. – El llamado espiritismo cruzado o «cruzao» no muestra homogeneidad y dentro del mismo existen muchas variantes, según el componente animistaafricano, en menor o mayor medida. Al margen de su forma exterior, dada por la existencia de la iconografía católica sincretizada con deidades africanas o de las imágenes mismas de las propias divinidades, así como los ritos de «limpieza», sólo podemos considerar que es un culto espiritista cuando sus oficiantes profesan la creencia en la transmigración de las almas, unida a la identificación del bien con la divinidad y su acercamiento a ésta a través de actos de caridad. Muchos de los oficiantes del llamado espiritismo cruzao son, a su vez, practicantes de los cultos sincréticos africanos y no cumplen con las exigencias doctrinales para ser espiritistas. En realidad, ejercen un animismo ajeno a la esencia del espiritismo. Lo expuesto anteriormente nos obliga a considerar al llamado espiritismo de bembé o de sao como una corriente animista y no espiritista, mientras no existan elementos que prueben lo contrario. En resumen, animismo y espiritismo tienen puntos de contacto. El primero antecedió al segundo en la evolución de las ideas religiosas y sirvió de punto de partida al espiritismo. Ello no significa que el animismo, en especial su variante más extendida, el chamanismo, tenga elementos diferentes, incluso opuestos, que se caracterizan por ser más primitivos, menos elaborados que los espiritistas, a lo que se añade la ausencia de un principio vinculado al progreso y la salvación del alma. El espiritismo kardeciano llegó a Cuba en la segunda mitad del siglo XIX, aproximadamente durante la Guerra de los Diez Años contra el poder colonial español. Las nuevas ideas espiritistas procedían de los EE.UU. y Europa, en particular de Francia; posiblemente tuvieron en la ciudad española de Barcelona uno de sus principales puntos de tránsito. El espiritismo al llegar a Cuba se identificó como una religión moderna con pretensiones científicas; fue una opción frente a la Iglesia Católica. Esto le permitió ganar adeptos entre la clase media y sectores intelectuales de tendencia liberal, partidarios del libre pensamiento. La Iglesia Católica había sido en el siglo XVIII y aún en las primeras décadas del XIX una institución con un clero fundamentalmente criollo, interesada en el progreso de la Isla. El movimiento independentista triunfante en la mayor parte de América Latina, entre cuyos líderes se destacaron algunos sacerdotes, trajo como consecuencia que España, temerosa, apartará a los criollos de los principales cargos eclesiásticos e incrementará el número de sacerdotes españoles de ideología conservadora, muchos de ellos provenientes de las excolonias. A partir de los años 50, con la introducción de una reforma eclesiástica, los clérigos se convirtieron de hecho, en funcionarios del Estado español, que pagaba directamente sus emolumentos. La política les produjo efectos durante las guerras por la independencia; los sacerdotes con ideas independentistas fueron vigilados, perseguidos, encarcelados y expulsados del país. La Iglesia apoyaba con todas sus fuerzas a la metrópoli. Con frecuencia bendecían a las tropas colo43 niales que iban a pelear contra los revolucionarios y los templos católicos servían de fortines, cuarteles y atalayas a las huestes españolas. Las colectas de fondos, socorros y aprovisionamientos de alimentos, medicinas para las fuerzas coloniales eran también usuales. A esto se sumaba la deficiencia en la enseñanza de la religión: en gran medida el clero carecía de una preparación teológica adecuada. La mayor parte de la población practicaba un cristianismo popular que se alejaba cada vez más de los dogmas de la Iglesia Católica. Éste fue el fértil terreno en el que fue depositada la semilla del espiritismo kardeciano. Para una mejor comprensión vamos a exponer, a manera de ejemplo, algunas de las ideas kardecianas que atrajeron a los nuevos prosélitos: «…las revoluciones morales, como las sociales, se infiltran poco a poco en las ideas; germinan durante siglos enteros y, luego, estallan de repente y hacen que se hunda el carcomido edificio del pasado, que no está ya en armonía con las necesidades y las aspiraciones nuevas». Continuando con su concepción acerca del desarrollo social, Kardec prosigue con ideas que parecen tomadas de C. Marx, pero en realidad son una herencia de la dialéctica hegeliana: «Siendo el progreso una condición de la naturaleza humana no es posible a nadie oponerse a él. Es una fuerza viva que pueden retardar, pero no ahogar, las malas leyes. Cuando éstas son incompatibles con él, las barrena y arrastra con ellos a todos los que intentan mantenerlas… » Es decir, Kardec propugna la necesidad de la destrucción de las viejas formas como algo necesario para el desarrollo social. Ésta es una ley que los hombres pueden retardar, pero no detener. Las guerras son necesarias cuando están al servicio del progreso y la libertad. Siguiendo la tradición de los libres pensadores franceses, Kardec considera que la libertad es una ley natural y se opone a la esclavitud: «Toda sujeción absoluta de un hombre a otro es contraria a la ley de Dios. La esclavitud es un abuso de fuerza, que desaparece con el progreso, como desaparecerán poco a poco todos los abusos.» Concretando estos puntos de vista, agrega: «La ley humana que consagra la esclavitud es contraria a la naturaleza, puesto que asimila el hombre al bruto y le degrada moral y físicamente.» Las ideas kardecianas, por su presentación y el ambiente en el cual se exponían, encontraron numerosos partidario; así aparecen artículos y revistas publicados en Cuba para su divulgación, por ejemplo, la Revista de Estudios Psicológicos (1882), dirigida por el doctor Francisco Sarret y Capello. La oposición al espiritismo también era poderosa, no sólo provenía del campo católico y oficial. Muchos intelectuales cubanos progresistas, reconociendo el carácter pseudocientífico de la propaganda kardeciana, se opusieron abiertamente a la misma. Enrique José Varona, que dirigía la Sociedad Antropológica de Cuba, planteó en el año 1880: «…los estragos cada vez más patentes del espiritismo entre nosotros, exige la atención de la sociedad para combatirlo». Después de todo lo relacionado, es fácil comprender que cuando se inicia el período de largas y cruentas guerras del pueblo cubano por su independencia, el culto kardeciano llegara al campo mambí. Hemos señalado que parece que fue durante la Guerra de los Diez Años que el espiritismo llegó a nuestro país. Esta guerra se extendió por la mitad oriental de la Isla, pero devastó en especial las provincias de Oriente y Camagüey. En las prefecturas mambisas, poblados situados en las zonas más intrincadas que servían de apoyo logístico a los insurrectos, vivían muchas familias que habían decidido acogerse al Gobierno de Cuba Libre. Después de la caída de Bayamo y a partir de la Creciente de Valmaseda, la situación de dichas prefecturas se hizo muy difícil por el ataque de las tropas regulares españolas y la persecución de las guerrillas criollas. Es lógico que, ante el peligro, el miedo y la muerte se fortaleciera la conciencia religiosa y se crearan las condiciones para la formación de las variantes cubanas del espiritismo, en especial el de cordón. Es un hecho probado, por el siguiente documento, que el espiritismo estaba muy extendido en la parte occidental de la provincia de Oriente en la década posterior a la paz del Zanjón. La difusión del espiritismo había causado alarma en las autoridades coloniales. El 7 de junio de 1886 el gobernador de Santiago de Cuba en comunicación oficial al alcalde de Bayamo se expresaba en los siguientes términos: A pesar de las terminantes prevenciones de este gobierno para impedir la propaganda espiritista a cuya sombra se sustentan doctrinas políticas disolventes y atentativas contra el orden público y la integridad nacional, hechos posteriores acusan la indiferencia de que por parte de los llamados a velar por el cumplimiento de dichas prevenciones, se ha observado, siendo así, que de haberse ejercitado con celo y la eficacia necesaria, no habrían de lamentarse, como en la actualidad se lamentan, dramas de horribles criminalidades acaecidos en Holguín, ni por consiguiente hubiera alcanzado la supuesta propaganda espiritista las alarmantes proporciones, que como es notorio y público alcanza. Retomando nuestra hipótesis sobre la formación del espiritismo de cordón, durante las guerras independentistas éste debió gestarse en un medio en el cual existían condiciones precarias, donde subsistía la camaradería y ayuda mutua. Allí vivían los miembros de las antiguas familias patricias, junto a sus exesclavos, numerosos representantes del campesinado y de otros grupos populares. Es fácil comprender que los blancos miraran con cierto recelo los cultos que practicaban los negros y observaran con simpatía las prácticas de espiritismo. Pronto, el espiritismo moderno se mezcló con elementos propios de la conciencia religiosa sincretizada del pueblo cubano: creencias católicas, heterodoxas y de origen africano. Unió al culto un fuerte sensualismo, introdujo el empleo de plantas y agua, así como la curandería y el despojo. El investigador granmense José Sánchez Lussón señala la fuerte presencia del espiritismo de cordón durante la Guerra del 95 en la región: Cuando el Grito de Baire y otros levantamientos ocurridos en otros lugares, muchos hombres jóvenes y veteranos integraban la brigada de caballería capitaneada por el general Masó. De una muestra de sus 352 hombres, divididos en 236 soldados, 89 suboficiales y 12 oficiales, al menos el 50% de los soldados, el 56,13% de los suboficiales y el 28% de los oficiales de alta graduación practicaron asiduamente la obra espiritual y algunos se destacaron por su condición de médium o directores de centro. Es el caso de los oficiales Yuyo Mesa (capitán) y Manuel Berro (coronel); los suboficiales Manuel Estrada, Ramón Ortiz, Ángel López Cutiño y Manuel Rodríguez Mojena, así como los soldados Santiago Fornaris, Francisco, Antonio y Elpidio López. Muchos de ellos se destacaron como guías espirituales, y luego de terminada la guerra fueron fundadores de templos: «El mambí Santiago Fornaris fungió durante toda la guerra del 1895 como guía espiritual de la brigada de caballería, repartidor de caridades y preparador de botellas de agua común a las que incorporaba propiedades curativas.» Al espiritismo de cordón, tradicionalmente se le sitúa su nacimiento en la actual provincia de Granma, pero este criterio es limitado. Es necesario considerar como medio natural autóctono del espiritismo de cordón una amplia zona, que abarca desde los municipios de Palma Soriano y Contramaestre, en la actual provincia de Santiago de Cuba, los municipios occidentales de Holguín a partir de Cueto y la provincia Tunas hasta los antiguos límites con Camagüey. En el territorio demarcado anteriormente, las creencias cordoneras son un importante elemento de la conciencia social-religiosa de la población, especialmente en la campesina o en los emigrados de este origen en las ciudades. Allí surgen los más antiguos templos cordoneros; es muy densa la presencia de centros y creyentes; es la patria chica de los más prestigiosos médium y curanderos. Los centros cordoneros ubicados en otras localidades del país, fuera de los límites señalados o incluso en el extranjero, fueron fundados, como regla, por personas provenientes de este territorio. Explicar las causas acerca de los límites de autoctonía del espiritismo cordonero es un problema difícil de resolver al no conocerse en toda su magnitud su génesis. Consideramos que fueron condiciones históricas, sociales, culturales e incluso étnicas las que facilitaron la formación del espiritismo de cordón. Por estas razones nuestras explicaciones solamente pueden tener carácter de hipótesis. – Dicha zona geográfica es una de las primeras del país donde predominó la población criolla desde el siglo XVII, y el crecimiento estuvo dado fundamentalmente por la autor reproducción y no por inmigración masiva de elementos hispánicos y afroides. En el siglo XIX la zona se caracterizó por un bajo índice de la población esclava y por el mantenimiento, en su forma esencial, de la esclavitud patriarcal. En la localidad de la región siempre predominó la raza blanca, lo que no excluye un largo período de mestizaje que se remonta al siglo XVI. El bajo porcentaje de esclavos y las características de la esclavitud patriarcal influyen en que la herencia africana sea pobre. – El territorio donde en forma natural se reproducen las ideas espiritistas de cordón tienen una unidad geográfica: perteneció, en su mayoría, hasta mediados del siglo XVIII, al cabildo bayamés. La política centralizadora de la dinastía de los Borbones, al dirigirse contra el levantisco cabildo de Bayamo creó en la segunda mitad del XVIII la jurisdicción de Holguín. En el XIX se forman otras jurisdicciones, como las de Manzanillo, Jiguaní, Tunas y Gibara. – El sentimiento del criollo, de hombre de la tierra, apareció muy tempranamente. Como ejemplo está la actitud de rebeldía de los vecinos de Bayamo contra las limitaciones que la metrópoli imponía al comercio de contrabando. – En el siglo XIX la zona quedó rezagada económica y culturalmente, sobre todo en relación con el occidente del país. Existían algunos núcleos urbanos —Bayamo, Holguín, Manzanillo, Gibara y Tunas—, con una economía atrasada (de hacendados) y una numerosa población campesina que practicaba la agricultura como parte de su subsistencia. – La marginalidad y la pobre presencia del elemento español facilitó el desarrollo del antiguo espíritu de rebeldía. Se crearon las bases para la lucha por la independencia nacional y la propagación de ideas opuestas al colonialismo español y a la Iglesia oficial. – La población, en su mayoría rural, mantenía tradiciones católicas, pero no practicaba consecuentemente esa religión. Conservaba múltiples creencias heterodoxas de origen hispánico; era analfabeta o semianalfabeta; asimiló a su manera las ideas kardecianas y las mezcló con sus tradiciones religiosas. El proceso tuvo como teatro de fondo las difíciles condiciones que las guerras independentistas le depararon y las cuales actuaron a favor de las ideas espiritistas, en especial, del culto cordonero. – El hecho de extenderse el espiritismo de cordón hacia el este, chocó con el predominio que en esa zona ejercían las creencias politeístas y animistas de origen africano, y hacia el oeste, se ve limitada por la escasa y dispersa población campesina que sustentaba la llanura camagüeyana. – La sencillez y carácter práctico del culto se correspondía con las necesidades espirituales, religiosas, culturales e incluso terapéuticas de los habitantes.