Donde está la Palma, allá está SHANGÓ descollando en la rama y plantado como la torre de su castillo
El más popular de los Orishas “SHANGÓ, ALAFI REY DE OYO y REY DE REYES, SHANGÓ, SANTA BÁRBARA”, es inseparable del árbol más bello y sugestivo de Cuba. SHANGÓ-OLUFINA, como hemos visto, vive en la Ceibas, pero a la Palma Real le cabe el honor de ser la verdadera casa de “ALAFI”, su vivienda favorita y predilecta, allí suele manifestarse en su aspecto más terrible “SHANGÓ-OBAYE”.SHANGÓ es dueño de otros árboles: del álamo melodioso, del jobo, del framboyán, del cedro, del pino; la Palma Real es el más simbólico de esta divinidad “El Rey del Mundo” que se viste de punzó, el negro bonito y prieto que come candela, el “Dios del Fuego”, el que con la vara afilada y trémula de la palmera que se eleva al cielo, dispara sus flechas a la tierra. Donde está la Palma, allá está SHANGÓ descollando en la rama y plantado como la torre de su castillo (Ilé Olodin)
Ese cogollo que se eleva en el centro del airoso penacho que componen sus brazos, es un verdadero pararrayos que atrae sobre sí las descargas eléctricas. SHANGÓ EL TRUENO (Artillero del Cielo), va siempre a la palma, cae en la Palma Real. La asociación con el gran Orisha se hace inevitable. Por el rayo que fulmina todos los años un número considerable de estos árboles, sobre todo en la estación de las lluvias “Alabbi”, la Palma tiene también en la economía religiosa de nuestro pueblo un valor aproximado tan sagrado e importante como la Ceiba. La Ceiba es del Santísimo, la Palma Real es de Santa Bárbara. La Palma Real coge al rayo y se lo guarda dentro. Tiene potestad para amarrar al rayo. Es árbol legítimo de la familia de candela de SHANGÓ-OBAKOSO. Pedestal de OBAKOSO que los devotos llegan a confundir a menudo con el mismo Orisha, la “Palma Real es OBAKOSO mismo”. Por su parentesco o afinidad con SHANGÓ, otros Orishas participan del culto que se rinde en las palmas, entre esos Orishas se encuentra “OYÁ o YANZA”, “Mamá-Oya-Ferekun”, la Virgen de la Candelaria, la dueña de la centella, su inseparable y fiel concubina, que le sigue a todas partes y combate a su lado en las contiendas. “OYO OBINIDO”, es el brazo derecho de SHANGÓ, la mujer que él más quiere y respeta. Cuando SHANGÓ sale a guerrear, OYÁ va delante, siempre pelea a su lado con dos espadas; sin la ayuda de OYÁ, a SHANGÓ lo hubiesen derrotado muchas veces, como en su primera guerra con Oggún. OYÁ de tapa es del mismo territorio que SHANGÓ. De Ilorin brincó para Cuba, como se declara en este “soroyi” (canto):OMA DO OMO OTAOMA DO OMO OTARE BI IWA OYÁMALA ELEYA pero continuando con SHANGÓ, OYÁ fue a Takua (Jecuajei joro obi oddoil Oyá wo leleirá).Los africanos de tierra YESA dicen que es “yesa”, los Takuas dicen que es Takua, los Minapodos dicen que es Mina, pero se afirma que Takua. Con frecuencia en los altares populares la rama de una pequeña palmera de latón sostiene a un soldado de plomo que representa a SHANGÓ. Palmas de juguete no deberán faltar en los altares, como símbolo tradicional de “Dios del Fuego y de la Guerra”. Participa de la Palma Real, además de Oyá, el gran Orisha AGGAYÚ “Brazo Fuerte”, “La Bola del Mundo”, “Aggayú Sola”, “Aggayú Larí” (San Cristóbal). Aggayú (Babadina), dueño de la tierra y del río, que según apuntes de la mitología africana era el padre de SHANGÓ, cosa que es falsa pues él es hijo de OBANLÁ. Esta versión mitológica que es robustecida por santeros africanos muy respetados, explica lo siguiente: Shangó no conocía a su padre, que era Aggayú, éste era tan temido y respetado que dejaba la puerta de su casa abierta de par en par y nadie se hubiera atrevido a entrar, Aggayú siempre tenía su puerta abarrotada de frutas, pues el río, las tierras y las grandes sabanas eran suyas. Shangó, sin embargo, se metió en su casa, comió de todo, se hartó y luego se acostó, tranquilamente, en la misma estera de Aggayú. Cuando Aggayú volvió del campo, encontró a aquel tipo atrevido descansando y tan campante. – ¡Eh, caramba! – dijo Aggayú. Lo agarró (IKI BUSI SIAN), juntó leña, le prendió fuego y echó a Shangó en la hoguera; pero Shangó no ardía. Entonces, se lo llevó a hombros a la orilla del mar para ahogarlo, en el mar aparece YEMAYÁ (YEMAYÁ KONLA), madre postiza de Shangó y le dice:
“¿Qué vas a hacer Aggayú? No puedes matar a nuestro hijo”
.Aggayú dijo entonces:
“En el mundo yo soy el hombre más bravo y tú Shangó eres tan bravo como yo, certifico que eres mi hijo”
; por ello, continúa diciendo la mitología, Shangó respeta tanto a Aggayú, pues a veces cuando está majadero o a punto de hacer una de las suyas, ya sea en alguna fiesta santa o en cualquier lugar en que se manifieste (ya que dada la índole de su naturaleza se enfurece con extrema facilidad y no ve lo que hace cuando se arrebata), si Aggayú está presente e interviene, “fumi” baja la cabeza. Bastará conque el Orisha, grande como los pilares del firmamento se plante a su lado y lo mire severamente.
“Con sólo una mirada el padre domina al hijo”.
“Lo que es del padre es del hijo” y aunque la Palma Real es trono reconocido de Shangó-Lubbeo, heredero legítimo y universal de OBBATALÁ, es propiedad también de Aggayú “OLSE” (La montaña), es el bastón de Olofi y la palma es el bastón de Aggayú. También la Ceiba es bastón de Aggayú. Aggayú y Shangó, son dos en uno. Adorando a Shangó, se adora a Aggayú. Cuando un hijo de Shangó está abatido, éste le ruega a Aggayú. Aggayú le traspasa a Shangó el derecho de la palma y los dos juntos imperan en la palma propiamente, los dos se visten igual, los dos son reyes, tienen los mismos carácter es temperamental es, coléricos y belicosos, sobre todo Aggayú. Son dos santos que no pueden separarse y que comen juntos y no lo mismo.
Natalia Bolívar Aróstegui