El Violín a Oshun no nace en ningún Odun de Ifa, recordemos que este instrumento no existía, apenas en el siglo XVII, se conoció en Italia, pero fue inspirado en el sueño que tuvo Aurelia Crespo en Cuba en 1918, donde soñó que Oshun le pedía un violín. A partir de este momento fue haciéndose tradición y en algunos Odun como Oshetura se ha incluido como consejo,
QUE ES UN VIOLIN PARA OSHUN.
El violín dedicado a Oshún, orisha considerada la dueña del oro y de las aguas del río, que también simboliza la alegría, dulzura y la sensualidad femenina, es una ceremonia ritual festiva de esencia mágico religioso de origen africano.
Aurelia Crespo a quien se le concede el privilegio del ofrecimiento del primer violín a Oshún, el 12 de septiembre de 1941, en la calle San Rafael, en Matanzas, nació el 9 de junio de 1909, en Corral Falso, un poblado de la Atenas de Cuba. Sus dones espirituales, la consagraron a su santa la Caridad del Cobre, a la que dedicó toda su vida. Su nombre de santo era Oshún Miguá.
Sus violines no sólo resaltaban por la calidad del ritual, el baile, y la claridad con que su santo prevenía el presente y el futuro; sino también por la particularidad de la celebración donde también participaban orquestas bailables de renombre, para el disfrute de todos los invitados; después del ritual al santo.
Estos festejos se repitieron a partir de aquel entonces, y han quedado en la memoria de todos los que estuvieron presentes en los mismos. Aurelia muere el 29 de septiembre de 1977, de una enfermedad llamada Pasión de Ánimo. Sus ojos que vieron tan lejos dejaron de ver la luz, murió ciega.
El uso de los violines y su música como base rítmica difiere de otras ceremonias rituales festivas de la Regla de Ocha, las que emplean solamente instrumentos de percusión (tambores rituales consagrados) construidos según modelos africanos. De manera integral e indivisible se manifiestan diferentes vehículos de la religiosidad: acciones mágico-religiosas, cantos, bailes, rezos, objetos de culto, vestuarios, bebidas, conocimiento al muerto, comida al santo, preparación del trono, preparación de la plaza y el propio violín.
Se destaca en su tradición la presencia de cinco hijas de Oshún frente al trono con sus abanicos, el perfume, flores, la utilización de violines (2 ó 5), shello, en ocasiones acompañamiento de piano, y del serrucho, utilizado como instrumento musical, no tocado por muchas personas; aquí era interpretado por el músico Mario Fernández (violinista ya fallecido).
En honor a la orisha festejada, en los violines se interpretaba el “Ave María” (para abrir y cerrar la actividad), música clásica con vals y canciones rituales a Oshún. Bajo la melodía ocurrían los estados de posesión entre las iniciadas, las cuales no bailaban sino trabajaban, o sea, desplegaban su actividad religiosa entre los presentes, personificando a la propia orisha Oshún.
Robert Peralta de Armas
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