
En tradición Afrocubana, Obatala Obá Moró es un camino donde es muy anciano. Es conocido también como “Abispá”.
Fue el rey de Ibao (probable degenración de Igboho, lugar de lo que se conoce como nuevo Oyó). Sus mensajeros son cinco y son los alapíni (albinos), ashipa (leprosos), samí (enanos) y chinikú (lisiados). En el odu de Ifá Eyiogbe, fue Oba Moro quien condenó a la yágruma a que sus hojas no podían ir al Omiero de ningún Orisha. Veamos:
Nace la Maldición de la Yágruma. En los territorios de Eyiogbe, hubo una rebelión por una parte de las tropas del rey Oba Moro. Todos los reyes de las tierras vecinas, se unieron a los golpistas para derrocar a Oba Moro.
Al ver aquella situación, Oba Moro fue a casa de Orunmila, quien le vio este Ifá, el cual le advertía de la falsedad y ambición de sus enemigos, por lo cual le marcó Ebbó, el cual debía ir al pie de una Yágruma, donde vivía Sanlanno, que era el centinela de Orunmila.
Oba Moro hizo el Ebbó y cuando llegó al pie de la Yágruma, Sanlanno lo estaba esperando, lo subió a lo alto del árbol, donde ella tenía el Ashé de Orunmila que era las hojas verde brillantes del árbol y con ellas escondió a Oba Moro.
Cuando los enemigos que perseguían a Oba Moro llegaron a la Yágruma, le preguntaron a Sanlanno si lo había visto y este les dijo que tenía mucho tiempo de no ver a Oba Moro, pasar por allí. Los enemigos siguieron de largo y de esta forma, Oba Moro pudo librarse de sus enemigos ese día.
Al día siguiente, la gente quedó maravillada al ver a la Yágruma con sus hojas verdes brillante y presentando un blanco lechoso, la elogiaron y de inmediato fue a ver a Oba Moro y le preguntó que había sucedido. Oba Moro le dijo que ese era un Ashé que él le había dejado, por haberlo salvado el día anterior. Todo el mundo le preguntaba a la Yágruma como había logrado tal prodigio, pero este guardaba silencio.
Pero la Yágruma, tenía una novia llamada Agbesa Siguada (La Siguapa), a la cual le contó como había logrado aquel milagro y esta comenzó a decirlo a todo el mundo. Los enemigos de Oba Moro al escuchar esto, van a la Yágruma para arrestar a Oba Moro, quien, avisado por Orunmila, logra escapar.
Oba Moro manda a Sanlanno a llamar a la Yágruma y a Agbesa Siguada (La Siguapa) y les reprochó su indiscreción. Luego les dijo a ambos: “No te puedo quitar el Ashé que te he entregado, pero por tu indiscreción te maldigo a que tus hojas no se puedan acercar a los Orisha porque serás perjudicial a Eleddá y por haber tratado de perjudicarme a mi y a Sanlanno. A ti Agbesa Siguada te condeno a que quedes sin habla y solo podrás salir de noche y solo de esta forma podrás ver a la Yágruma.
Los hijos de Oba Moró deben rogarse la cabeza con frutas secas, NUNCA con frutas de agua. En tierra Arará es conocido como Jué Até. Entre sus herramientas lleva dos machetes, un santísimo, dos escaleras, dos lanzas, dos disciplinas, una flecha, una corona de espinas, un crucifijo. Afuera de la sopera se le pone una tinajita, un imán con una moñinga y otra mano de caracoles. Lleva además como herramientas dos palomas y un cáliz colgado de una corona de espinas, la cual se coloca sobre una de sus piedras. Se le ponen también, un Jesús de nazareno, dos muñequitos de losa, una horqueta de metal y un bastón. Su collar o eleke lleva cuentas blancas, de marfil, coral y gloria.
Cuando el Iyawó tenga un año de coronado a Obá Moró, deberá consagrar la corona de espinas lavándola en una jícara con hierbas de Obbatalá, eru, obi, kola y aira obi motiwao. Se lleva a una cueva y se le lleva a Obá Moró dos gallos blancos y dos palomas blancas, se le da coco al santo y se le sacrifican los gallos a la lerí del Iyawó y a la corona. Con el Ashé de la jícara, las cabezas y el corazón de los gallos, se monta un Osain forrado en el cuero de la chiva sacrificada en la consagración de Obbatalá, al cual se le da forma de corazón y se forra con cuentas blancas. La carga de su Ozain va dentro de una cruz de cedro o de jócuma, la cual se coloca sobre un cáliz.
La realidad histórica del asunto, es que Oba Moro significa «el rey que atrapó fantasmas”, un apodo dado al Rey Abipa (y no Abispá), el cual es la contracción de A bi si ipa, que significa “Uno que nace en el camino”, quien fuera el cuarto y último rey en reinar en Oyó Igboho, como resultado de un incidente que ocurrió durante su reinado. Se cree que gobernó a finales del siglo XVI y principios del XVII. El rey Abipa orquestó la captura de falsos fantasmas, alrededor del año 1590 D. C.
Antes del reinado de Abipa, fueron tiempos difíciles. La Jihad ganaba terreno y (Oyó Ajaka), fue obligado a reubicarse en Oyó Igboho, como una capital provisional. Es entonces que el rey Abipa, ordena a sus jefes a reunirse y les comunica sus intenciones de reubicarse nuevamente en Oyó – Ajaka, de acuerdo a los deseos el Alaafin anterior, ya difunto: Su MADRE Orompoto. Como esto es bastante llamativo, abro un paréntesis, por si se llega a creer que la mano férrea de Oyó, se pudiese haber aflojado por ello.
Según, Oyewumi Oyeronke, en su libro, African Gender Studies: A Reader. Springer (2005) página 178, Orompoto era la hermana de su predecesorel Alaafin Eguguojo.Ella se convirtió en la primera mujer «rey» de los Oyó, en la era imperial, y según Toyin Falola y Ann Genova, en su libro The Yoruba in Transition: History, Values, and Modernity. Carolina Academic Press (University of Michigan). (2006) página 427, en la primera mujer desde el gobernante preimperial Yeyeori. Por su parte, J. Lorand Matory, en su libro, Sex and the Empire That Is No More: Gender and the Politics of Metaphor in Oyo Yoruba Religion (Berghahn Series). Berghahn Books. (2005) página 84, nos dice que Orompoto asumió el trono porque no había un sucesor masculino dentro de su familia en ese momento. Ella ayudó a expulsar a los Nupe fuera de Oyó en 1555. Orompoto vivió en el siglo 16, según Basil Davidson en su libro West Africa Before the Colonial Era: A History to 1850. (2014) Routledge. pág 114.
James Lorand Matory, en su libro Sex and the empire that is no more: gender and the politics of metaphor in Oyo Yoruba religion. Berghahn Books. (2005), comenta qye Orompto fue la segunda monarca de Oyó que reinó en la nueva capital Oyó Igboho. Obviamente, el “Machismo Mistico”, de los que hoy pretenden hacer Iyanifás, entró en juego y algunas tradiciones orales registran que Orompoto se convirtió “milagrosamente” en hombre, antes de asumir el trono.
En su libro, The History of the Yorubas, from the Earliest of Times to the Beginning of the British Protectorate. Página 161, Samuel Johnson nos dice que Orompoto utilizó caballos extensamente en batallas militares y que pudo haberlos obtenido de Borgu. Según los informes, ella era magistralmente hábil a caballo, y creó una orden especializada de oficiales de caballería dentro de su ejército que estaban sujetos a los Eso Ikoyi. La primera de su tipo, la caballería era una fuerza a tener en cuenta, en las diversas guerras con los enemigos de Oyó.
En un artículo en The Journal of African History, llamado The Alafin in Exile: A Study of the Igboho Period in Oyo History». 6 (1): (1965) páginas 57–77, Orompoto era considerada una hábil guerrera y se dice que se distinguió en la batalla de Illayi. Mientras luchaba contra sus enemigos, perdió a tres jefes de guerra en rápida sucesión, titulares conocidos como Gbonkas en Oyó. Se cree que el tercero de ellos, cayó con la cara congelada en una sonrisa desconcertante. Los enemigos pensaban que todavía estaba vivo y que estaba haciendo un gesto burlón, y quedaron abrumados por lo que consideraban su incapacidad para vencer a los Gbonkas de Oyó. A partir de entonces abandonaron el campo de batalla, y Oyó más tarde reclamó la victoria.
Como podemos ver, Orompoto no era una mujer que se dejara amedrentar por nada ni nadie. Volviendo a nuestra historia, Robert Smith en su libro, Kingdoms of the Yoruba. Currey (1988), nos dice que Abipa, deseaba retomar la vieja capital Oyó, por lo que reunió a sus jefes y les dijo sus intenciones. Cuando el Alaafin abandona la sala, los jefes, sabiendo muy bien que, de acuerdo a la tradición, el Alaafin enviaría a sus sacerdotes a las antiguas tumbas ancestrales para ofrecer sacrificio a los antepasados en preparación para el movimiento, comienzan a tramar en contra de sus deseos y cada uno decide enviar a un miembro deforme de su familia (ya vemos por esto, el porqué de los “Mensajeros” de Oba Moró), disfrazados como fantasmas emisarios al antiguo sitio, con el fin de alterar los planes del Alaafin. El Ologbo (El cantor del rey), que había estado vigilándolos en secreto, entra en la recámara y comienza a bailar. Los Jefes responden bailando.
El Alaafin informa al pueblo de Oyó, sobre el plan de reubicación e instruye a Babalawos, Iyalorishas y Babalorishas, para que inicien la preparación de los materiales de sacrificio necesarios, para el ritual de propiciación de las tumbas ancestrales en Oyó Ajaka.
El séquito de sacerdotes, toma el bote de sacrificio al antiguo sitio por la noche. Sin embargo, a medida que comienza el ritual, los emisarios disfrazados de fantasmas ancestrales, salieron de sus escondites gritando y protestando contra el plan de reubicación del Alaafin e interrumpieron el ritual. Tanto se asustó el séquito de sacerdotes, que se dispersaron en todas direcciones.
Estando Abipa en su trono, el séquito irrumpe en el palacio y narran al Alaafin su experiencia en Oyó Ajaka, quien de inmediato manda a llamar a sus cazadores para que investiguen el incidente. Sin embargo, el Ologbo entra y revela el complot de los jefes del Oyómesi. El Alaafin entonces da órdenes a los cazadores para que vayan y arresten a los emisarios fantasmas y que los pasen escondidos a su palacio en la noche.
Él Oluode (jefe de los cazadores), ordena a los “fantasmas” salir de sus escondites a través de sus conjuros. Obedeciendo a su mando, los fantasmas surgen y son aprehendidos y llevados al palacio, siguiendo las órdenes del Rey Abipa.
El Alaafin invita a los jefes a un banquete en su palacio, pero mientras están bebiendo su vino de palma, sus emisarios fantasmas, que debían estar en el bosque de Ajaka, entran y sirven la comida a sus respectivos parientes, sin pronunciar ninguna palabra. Los jefes están desconcertados. El Alaafin comienza a cuestionar su comportamiento y a cuestionar su integridad. Cuando el Alaafin se retira, los jefes se dan cuenta de que su secreto fue revelado por Ologbo y lo asesinaron.
El Alaafin, entristecido por la muerte de Ologbo, ordena a su pueblo a preparar el cuerpo, para un entierro de Estado en Oyó – Ajaka.
El Alaafin reafirma su poder y autoridad como comandante a cargo de su pueblo. Esta fue una muestra de su máximo poder y demostrar su control sobre su reino. La expresión de remordimiento y vergüenza testifica su pesar y coloca al Alaafin firmemente en una posición en la que puede desafiar y corregirles sus malas acciones, como fue evidente en sus palabras unánimes:
“¡Estamos avergonzados Oba Moro! ¡Ten piedad de nosotros, perdónanos! ¡Te seguiremos a Oke Ajaka, para rendir homenaje a las tumbas de tus antepasados!
Sin embargo, la historia no tiene un final del todo feliz. Robert Smith, nos dice que cuando el séquito real entró finalmente en Oyó-Ilé, Abipa ofreció a su hijo recién nacido en sacrificio. Por esta acción, su oriki dice: “Oba Moro tio fi ‘omore tun ‘le nitori ki aiye le roju” «El cazador real de fantasmas, que sacrificó a su hijo por la paz del mundo».
Y ese mí estimado lector, es Obbatalá Oba Moró y aunque sabemos que las causas de su deificación, vienen de haber recuperado la vieja capital de Oyó al haber expulsado a los Ibariba y Nupes, y la resolución de recuperarla, aun en contra de los suyos, no están claros los motivos de su deificación y verlo como camino de Obatalá. Muchos, alegan que era el Orisha de su madre y otros aseguran que era de él, lo que nos dice, que, para la época, todavía no se había consolidado la deificación de Oduduwa, ni la de Changó. Vale destacar, que este Alaafin, sigue siendo venerado y hasta famosas obras de teatro con este pasaje, se siguen ejecutando hoy en día en Nigeria.
Tu amigo de siempre,
Águila de Ifá