
María Towá es considerada históricamente como la reina de los Lucumíes. Ella fue en ese tiempo la única Lucumí que podía leer y escribir
En nuestra tradición ella fue Orìaté. Una de sus muchas contribuciones a nuestra religión fue la habilidad de tener cuchillo / pinaldo. Durante esa época, los Acho-Ògún fueron los únicos que podían sacrificar animales para ceremonias y para ese entonces sólo habían 3 Acho-Ògúnes en la habana: Felipito «Ògún Bì», Remigio «Ògún Toyé», y Ñengo «Ògún Ladé». Esos hombres fueron los únicos que podían matar, hasta los santeros y Bàbàláwòs mismos no podían hacerlo. En esa época, la que tenía todo controlado en la habana era María Towá. Ella se encargaba de todo y cuanto debía y tenía que hacerse en una ceremonia. Ella les dijo a los Acho-Ògún que si ellos querían seguir matando en La Habana, entonces ellos tenían que hacerle a ella la ceremonia de Acho-Ògún para que ella pudiera matar. Le hicieron dicha ceremonia y resultó que María Towá los tuvo que dirigir durante toda la contienda.
Después de eso, María comenzó consagrando a muchos otros como AchoÒgún y así le fue quitando a los originales su monopolio. En resumen ella fue la quien le dio el cuchillo y la posibilidad de matar a todos los santeros y Bàbàláwòs que la siguieron. Òbà Dì Meji, escritor de muchos libros y autoridad reconocida en nuestra religión, vino a la habana para hacerle santo a Nicolás Angarica. Al llegar a la habana, visitó a María Towá quien le dijo que ella ni la habana le reconocían su santo y que si quería trabajar la santería en la Habana, entonces tendría que hacérselo otra vez. Se lo hizo otra vez y hasta este día es conocido como Òbà Bí Meji (Dos veces rey).