Teología Yoruba: El Diablo y el Infierno: ¿Qué Son?

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Teología Yoruba: El Diablo y el Infierno: ¿Qué Son?

Aún existe la mentalidad medieval de que quien no adore a su “Dios”, es un hereje, un profano, un infiel o cualquier otro epíteto que se les ocurra

Hoy en día, en pleno siglo XXI, sectores de las religiones mantienen la mentalidad medieval de que quien no adore a su “Dios”, es un hereje, un profano, un infiel o cualquier otro epíteto que se les ocurra y que las deidades de otras religiones son consideradas como “Satánicas” y que sus practicantes y seguidores son proclives a la maldad y adoración de “Satanás” y que iremos al fuego del “Infierno”

Esto parece increíble, en nuestro tiempo, pero esa es la mentalidad que mantienen. No importa que la ciencia, hace muchos años, haya demostrado que se basan en escrituras llenas de leyendas falseadas y amañadas a conveniencias políticas y personales, que la historicidad de las mismas, es falsa en un 80% y que el Diablo no es más que una antigua leyenda persa. Más increíble aún, es el hecho que estas acusaciones vengan de una religión que supuestamente promueve el amor al prójimo y lo que vemos en realidad, es como siembran Culturas de Odio contra otras formas de culto, en sus practicantes.

Sin embargo, no venimos a hablar de historia (aunque la usaremos), hablaremos de Religión y tomaremos como bueno lo que dicen estos sectores, en cuanto a que La Biblia es la “Palabra Inspirada de Dios” y que fue el mismo Dios quien dictó y mandó a escribir, TODO lo que dicen estos textos. Con estos análisis, pretenderemos llegar a la aterradora verdad – para ellos – de quienes son realmente los adoradores del Demonio y terminen de una vez por todas, sus faltas de respeto y consideración hacia lo que el mismísimo Dios nos regaló: El Libre Albedrío. Libre Albedrío significa que las personas tenemos la LIBERTAD de escoger lo que consideremos mejor para nosotros y no lo que quieran imponer una serie de parásitos con mentalidad medieval. Comencemos a analizar entonces, quien es el Demonio, Satanás, Belcebú, Diablo o cualquier otro nombre por el cual es llamado.

Lo primero que debemos saber, es que ni Yahvé ni Jesús, conocían de la existencia del infierno. Tampoco lo conocían, ninguno de los patriarcas bíblicos. Esto se hace patente en el hecho que Yahvé, para castigar la maldad, se valía de la destrucción masiva, como en el caso de Sodoma y Gomorra o como en el caso del Diluvio y toda otra serie de tormentos bien documentados. De hecho, Yahvé daba una larga lista de castigos por los pecados cometidos, aunque debemos añadir que no se puede estar seguro, de cuando o cuando no, se deben cumplir. Para ayudarnos en esto, usaremos los Dogmas que estas religiones usan como los correctos. Estos dogmas están supuestamente establecidos en los Diez Mandamientos y el Demonio está supuesto a “alejarnos” de cumplirlos o hace uso de todo lo que es considerado pecaminoso. El problema radica que en ciertos casos la Iglesia Católica y sus derivados, cambiaron y violaron estos mandamientos a conveniencias, como veremos más adelante.

Pero primero analicemos unos hechos a la luz de la razón como por ejemplo, el caso del Diluvio, caso que es de todos  conocido y no necesita mayor explicación. Esto nos dice claramente que Yahvé, no lo sabía todo, ya que si así fuera, hubiese sabido que su creación sería proclive a la maldad y que se le saldría de control. También nos dice que no es ese manto de justicia que se pretende enseñarnos, ya que por la maldad del hombre, pagaron tanto animales como plantas inocentes. Otra deducción que se desprende de esto, se puede resumir en una pregunta: Si el hombre era malo ¿Por qué tuvo que destruirlo con un Diluvio, si podía mandarlo a pagar sus pecados al Infierno?

Otro hecho que debemos analizar es que tanto en Éxodo, como en Levítico, como en el Deuteronomio, están descritos, TODOS los castigos (y premios) (Levítico26: 14-45 y Deuteronomio 28: 15-45) y ninguno mencionaba absolutamente nada de infierno. Para castigarnos, según estos libros, Yahvé sometía al pecador con plagas, enfermedades o simples abusos y un sufrimiento constante que al final acabaría con su vida. Ni una palabra del “Infierno”, ni por parte de Yahvé, ni de los grandes Patriarcas, ni de Cristo, aun cuando Dios y Moisés eran grandes amigos y compañeros de masacres.

Obviamente el Dios sanguinario, cruel, despiadado y vengativo que se nos presenta en “La Palabra de Dios”, no contaba con el Infierno en su caja de herramientas y se tenía que valer de todo tipo de muertes, plagas, catástrofes, castigo de inocentes hasta la cuarta generación y en fin, todo un arsenal de suplicios mundanos, porque a lo mejor el infierno estaba en construcción o fuera de servicio. Pero veamos primero que era realmente el “Infierno”, al que se refiere el Nuevo Testamento en el pasaje que se nos presenta a continuación:  “Si tu mano te escandaliza, córtatela, mejor te será estar manco en la vida, que con ambas manos ir a la Gehenna, donde ni el gusano muere, ni el fuego se apaga”. (Marcos 9: 43-49)

No es hasta el Nuevo Testamento que vemos mención, no de un “Infierno” como tal, sino más bien de algo así como un lago de fuego, donde nuestra alma, si éramos pecadores y no pasábamos el Juicio, sería lanzada por el mismo Dios y no el Demonio. Las referencias de esta Gehenna ignis o Gehena de Fuego la vemos en Mateo 5: 22 y luego en Mateo 5: 29. Por otro lado, Marcos 9: 43-49 lo llama ignis inextigibilis. Sin embargo, el vocablo Gehena se deriva de la palabra Hinnom, Jehinnom o Ginnom, la cual se refiere a un punto geográfico que se localiza fuera de las murallas de Jerusalén al sudoeste y que se conecta con el valle de Cedrón o Josafat (Rodríguez, 1997). Esto, no era otra cosa que el vertedero de basura de la ciudad de Jerusalén y como buen vertedero de basura pues, el gusano no muere (siempre hay) y el fuego no se extingue (ignición esespontáneas). Como se puede ver, un infierno bastante limitado para la gran cantidad de población que a estas alturas debería tener.

Las referencias a este valle, las podemos encontrar en II Reyes 23: 10, en Jeremías 7: 31 y otros pasajes más del Antiguo Testamento y donde se dice que los Cananeos practicaban sus sacrificios humanos. Cuando se tradujo Gehenna por infernus, el sentido de los textos originales cambió y se sentaron los cimientos para la invención dogmática que mantiene en el terror psicológico a la humanidad, pero el que más rendimiento económico le ha dado a la Iglesia y sus derivados. De hecho, el Dios Cananeo, Moloc, quedó transformado de forma instantánea en “Satán”.

Para estar más claros aún, no es hasta la “milagrosa” aparición del II libro de Macabeos, donde se instauró la creencia de un doble estado tras la muerte: Uno de felicidad y otro de falta de esta, pero no necesariamente con tormentos. De hecho, Orígenes, Gregorio de Nisa, Dídimo, Diodoro, Teodoro de Mopsuestia y hasta el mismo Jerónimo, alegaban que esta era una condición temporal, hasta que en el Concilio de Constantinopla del año 543 D. C., este sufrimiento se hizo eterno, gracias a la mano del hombre. No fue sino hasta el concilio de Letrán del año 1123, que se impuso como dogma la existencia del infierno, amenazando con condena a prisión, tormento y muerte, a todo aquel que se atreviera a cuestionarlo. Los castigos en este infierno serían, el no ver a Dios y todo tipo de tormentos, casi todos ellos a través del fuego. Fue el Evangelio de Nicodemo, un libro prohibido por la misma Iglesia, el que dio toda la iconografía alegórica del infierno como lo conocemos hoy.

Una vez inaugurado el Infierno, se le anuncia a todos los aterrorizados creyentes,que no deben preocuparse, ya que afortunadamente existía la Iglesia que estaba autorizada por el mismo Dios, a vender los perdones por “módicos precios”:Legando los bienes y haciendo misa a los difuntos. Este terror se afianza más en el Concilio de Florencia de 1442 d. C., donde se establecía que todo aquel que estuviese fuera de la Iglesia Católica, iría al fuego eterno. Luego en el siglo XIII, se inventaron un nuevo mecanismo de “semiperdón” conocido como el Purgatorio, el cual permitía el rescate del alma de cualquier pecador precavido y generoso con la Iglesia, aun cuando no se encuentre un solo versículo que lo mencione. Este fue precisamente el negociado corrupto que causó el cisma religioso protestante por parte de Martín Lutero en el siglo XVI (Rodríguez, 1997).

Lo más raro de todo esto, es que Jesús, al igual que sus contemporáneos, sabía de la Gehenna, que luego se transformara en Infernus, pero nunca lo predicó ni se interesó en él. Cuando se hacían referencias a demonios, esto se debía a enfermedades que eran consideradas como causadas por estos, tal como lo era por ejemplo, la epilepsia. Claro que los señores nos dirán que si existía el demonio, ya que Jesús fue tentado por este, pero son incapaces de decirnos quien pudo recoger esta escena, ya que Jesús estuvo a solas con “Satanás” en el desierto y nada menos que cuarenta días. Pero aun así, lo tomaremos como cierto, aunque esto no es más que otra de las escenas donde Yahvé corre apuestas con Satanás, como veremos más adelante.

La idea del diablo y sus demonios, la obtenemos de la religión persa y que penetra en el judaísmo, para la época de la dominación persa de los siglos VI al IV A. C.,pero el demonio siempre fue secundario a los judíos. El concepto del Diablo o Demonio bajo la visión cristiana, que es la que nos atañe, dice que fue un ángel caído que luego se convirtió en un ser malvado y que se encarga no solo de hacernos caer en tentaciones e impedir que el alma vaya al cielo, sino que con sus seguidores – que también pasaron a ser demonios – se encarga de castigar o atormentar a las almas que no siguieron el camino trazado por Dios.

Como se observa, esto es ambiguo. No tiene sentido hacernos caer en el mal,para luego atormentarnos, cuando fácilmente podría usarnos para engrosar su ejército y tratar de volver a atacar a Dios, para obtener el poder. De hecho, si es enemigo de Dios ¿Qué sentido tiene entonces hacerse cargo de las almas que Dios no quiere en el cielo? ¿Para que tendría que hacerle ese “favor” a Dios, si es su enemigo? ¿Entonces él sigue instrucciones de Dios? ¿Sigue siendo parte del cuerpo de ángeles que trabaja bajo sus órdenes y tiene como misión castigar a estas almas?

Muchas preguntas y casi nada de respuestas.

De hecho, referencias de un “Ángel Maligno” solo la vemos en un pasaje del Antiguo Testamento, donde el buen Dios corre apuestas con este ser, que además se daba el lujo de llegar tarde a las reuniones de Su Padre:

Y un día vinieron los hijos de Dios a presentarse delante de YAHVÉ, entre los cuales vino también Satanás2. Y dijo YAHVÉ a Satanás: ¿De dónde vienes? Y respondiendo Satanás a YAHVÉ, dijo: De rodear la tierra, y de andar por ella. Y YAHVÉ dijo a Satanás: ¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios, y apartado de mal? Y respondiendo Satanás a YAHVÉ, dijo: ¿Teme Job a Dios de balde? ¿No le has tú cercado a él, y a su casa, y a todo lo que tiene en derredor? Al trabajo de sus manos has dado bendición; por tanto su hacienda ha crecido sobre la tierra. Mas extiende ahora tu mano, y toca todo lo que tiene, y verás si no te blasfema en tu rostro. Y dijo YAHVÉ a Satanás: He aquí, todo lo que tiene está en tu mano; solamente no pongas tu mano sobre él. Y salió Satanás de delante de YAHVÉ. Y un día aconteció que sus hijos e hijas comían y bebían vino en casa de su hermano el primogénito, y vino un mensajero a Job, que le dijo: Estaban arando los bueyes, y las asnas paciendo cerca de ellos, y acometieron los sabeos, y los tomaron, e hirieron a los criados a filo de espada; solamente escapé yo para traerte las nuevas. Aun estaba éste hablando, y vino otro que dijo: Fuego de Dios cayó del cielo, que quemó las ovejas y los criados, y los consumió; solamente escapé yo para traerte las nuevas. Todavía estaba éste hablando, y vino otro que dijo: Los caldeos hicieron tres escuadrones, y dieron sobre los camellos, y los tomaron, e hirieron a los criados a filo de espada; y solamente escapé yo para traerte las nuevas. Entre tanto que éste hablaba, vino otro que dijo: Tus hijos y tus hijas estaban comiendo y bebiendo vino en casa de su hermano el primogénito; y he aquí un gran viento que vino del lado del desierto, e hirió las cuatro esquinas de la casa, y cayó sobre los jóvenes, y murieron; y solamente escapé yo para traerte las nuevas. Entonces Job se levantó, y rasgó su manto, y trasquiló su cabeza, y cayendo en tierra adoró; y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo tornaré allá. YAHVÉ dio, y YAHVÉ quitó; sea el nombre de YAHVÉ bendito. En todo esto no pecó Job, ni atribuyó locura a Dios. (Job 1: 6-22)

No vale la pena leer todos los capítulos de este libro, en el que el mismo Dios confiesa haberse dejado “seducir” a una cruel apuesta contra un ser humano, de quien claramente se ve que no estaba muy seguro, al permitir que Satanás hiciera con él lo que se le antojara en vez de protegerlo, lo que incluyó dejar que matara a sus hijos, su ganado, perdiera sus bienes, lo enfermó gravemente y toda una serie de martirios y canalladas, solo para demostrarle a Satanás, que como dice el texto era uno de sus hijos, que estaba equivocado ¿O era para asegurarse que Job si era todo un ejemplo a desplegar como trofeo? A más abundamiento, podemos ver como describe la iglesia Católica y sus derivados a Satanás. Repetimos, la Iglesia Católica y sus Derivados, no la Biblia:

Tras la elección desobediente de nuestros primeros padres es que se halla una voz seductora, opuesta a Dios (Génesis 3: 1-5) que, por envidia, los hace caer en la muerte. La Escritura y la Tradición de la Iglesia ven en este ser un ángel caído, llamado Satán o diablo (Juan 8: 44; Apocalipsis 12: 9). La Iglesia enseña que primero fue un ángel bueno, creado por Dios: «Diabolus enim et alii daemones a Deo quidem natura creati sunt boni, sed ipsi per se facti sunt mali» («El diablo y los otros demonios fueron creados por Dios con una naturaleza buena, pero ellos se hicieron a sí mismos malos») (Concilio de Letrán IV, año 1215).

Como bien se puede observar, fue el mismo Dios quien creó el mal a través de unos supuestos ángeles, pero los cristianos lo niegan rotundamente. No nos explican como es que Dios siendo perfecto, este ángel hizo lo que le dio la gana,pero además como se le salió de las manos al buen Yahvé una de sus creaciones.Eso dejando de lado las tan sospechosas pocas menciones que tiene este ser en la Biblia, el poco uso que hizo Dios de él y que además no habitaba en el Infierno,sino en el cielo, ya que en Job podemos ver que Yahvé, en su reunión en el cielo,le preguntaba de donde venía y él contestó: De rodear la tierra y de andar por ella. Si Satan Isaw-tawng hubiese vivido en el “Infierno”, el buen Yahvé no hubiese tenido necesidad de preguntar de donde venía, porque supuestamente sabe donde vive, así de simple, pero además, esto indica que es mentira queYahvé lo pueda ver y saber todo.

Bien, ahora veamos los supuestos mandamientos de la ley de Dios y escogeremos los que están descritos en La Biblia y no los que convenientemente hizo la Iglesia Católica, a su entera conveniencia.

Según la Iglesia y los mismos lineamientos que siguen todos sus derivados, la Escritura habla de un pecado de estos ángeles, que Dios, a pesar de toda su omnisciencia, no pudo prevenir, ni mucho menos saber. Esta «caída» consiste en la elección libre de estos espíritus creados que rechazaron radical e irrevocablemente a Dios y su Reino.

Encontramos un reflejo de esta rebelión en las palabras del Tentador a nuestros primeros padres: «Seréis como dioses»(Génesis 3: 5). El diablo es «pecador desde el principio» (1 Juan 3: 8), «padre de la mentira» (Juan 8: 44)

Si tomamos entonces como cierto, por ser “Palabra de Dios”, que este Satanás es Pecador desde el principio y el Padre de la Mentira, podemos decir que este es exactamente el mismo comportamiento de Yahvé, ya que le dijo a Adán:

“Pero del “Árbol del Conocimiento del bien y del mal”, no comerás, porque el día que de él comas, ciertamente morirás”. (Génesis 2: 17)

Todos conocemos el asunto de Satanás convertido en serpiente y de cómo este fue y sedujo a Eva (claro para decir que por culpa de las mujeres fuimos condenados y de esta forma mantenerlas subyugadas). Efectivamente y como podemos verlo, Dios simple y llanamente mintió desde el principio tal como lo dice(1 Juan 3: 8), porque supuestamente Adán al comer del fruto prohibido moriría de forma instantánea, pero no fue así:

“Así que Adán vivió novecientos treinta años y murió” (Génesis 5: 5)

Entonces, si Yahvé es el padre y mintió a Adán desde el principio, eso lo hace el Padre de la Mentira como lo dice (Juan 8: 44). Claro que no cuestionaremos esto, ya que según estos señores, esta es la “Palabra Inspirada del Dios Vivo”, así que nosotros no somos nadie para contradecir el hecho que le mintió a Adán y lo hizo vivir 930 años de miserable vida.

También podemos ver que El Diablo – a quien tomaremos como cierto – para los cristianos, es la personificación del mal. Este personaje resulta bastante útil, ya que carga con la culpa de todas las desgracias, dejando a salvo la responsabilidad que debe tener toda persona con respecto a sus actos y las consecuencias que se derivan de ellos. En otras palabras, Satanás es el culpable de todo lo malo que existe en el mundo, ya que la culpa nunca cae al piso y por supuesto no puede ser del Dios Abrahamanico, porque este es “Perfecto” y “Nunca hace el Mal”. Muchas culturas, han aplicado el concepto de este personaje, para centrar los males que aquejan al mundo.

Claro que toda esta estructura demoníaca la da la Iglesia y no vemos por ningún lado, todos estos “inspirados” raciocinios dentro de la Biblia, pero igualmente los daremos como ciertos. Una cosa más, el fuego y el Azufre son elementos con los cuales los cristianos identifican al demonio. Aparte de ello, aun cuando la Biblia no lo menciona directamente, el Infierno queda “Abajo” y el cielo o Paraíso queda “Arriba”. Estos postulados, aun cuando nos parezcan absurdos, los tomaremos también como palabra inspirada de Dios y así la leeremos e interpretaremos, para que el lector pueda hacer sus propias conclusiones, sin que se nos acuse de un cambio de contexto. Después de todo, es una ventaja usar La Biblia en este trabajo, ya que si esta es la “Palabra Inspirada de Dios”, entonces podemos decir con toda confianza que no estamos mintiendo y además podemos decir que otro de los autores de este libro, es nada menos que Yahvé.

Ahora, sin más preámbulos, veamos los mandamientos. Bueno, 10 de los muchos mandamientos que podemos encontrar en La Biblia, pero veremos los que se consideran como los principales. Obviamente, para este análisis no podemos tomar como medida los diez mandamientos amañados de la Iglesia, ya que esta no es la palabra sagrada de Dios. Usaremos los que encontramos en Deuteronomio y por lo tanto, ha de ser la medida correcta, aunque esto le cueste el negociado de santos y vírgenes a la Iglesia Católica. Aquí debemos dejar claro que el segundo mandamiento fue eliminado de raíz por la iglesia. La razón para una mutilación tan descarada resulta obvia si confrontamos el mandato bíblico de «No te harás imagen de escultura, ni de figura alguna de cuanto hay arriba, en los cielos…» con la práctica conocida del catolicismo de presentar para su culto y veneración a una legión de imágenes de advocaciones de la Virgen, de santos de todas las épocas y del mismísimo Jesús-Cristo (Rodríguez, 1997).

Sabemos que aparte de querer alejarnos de los VERDADEROS Mandamientos, Satanás promueve incestos, engaños, conspiraciones, proxenetismo, sacrificios humanos, comete crímenes de guerra, promueve la mala paternidad, siembra odios, instigamiento, sadismo, esclavitud, seducción, violación, abusos a la mujer, racismo, extorsión, usura, patrocina el crimen por adulterio y apropiación, trampa, manipula la voluntad, mata inocentes, pero además, castiga si le obedeces y castiga si no le obedeces. Todo esto y algo más que se nos pueda ocurrir, es el Demonio. Una vez que tenemos la medida con la cual se puede ver de qué es lo que nos aleja el Demonio y que es lo que él mismo hace y nos hace hacer, podremos continuar, así que prepárense para un viaje que nos dejará, totalmente sorprendidos.

*2)- La palabra hebrea Satan Isaw – tawng usada en el Antiguo Testamento no se refiere a Satanás, como de forma muy interesada quieren hacer ver los cristianos. Esta palabra realmente significa «oponente, adversario o acusador» y se refiere a un ángel de Dios que ejerce ese papel ante el propio Dios (Rodríguez, 2008). Como se ve, no solo existía el Abogado del Diablo, sino que también existe el “Fiscal de Dios”.

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