Todos debemos enfrentar en algún momento la muerte de un familiar o persona querida, es por ello que merece la pena saber como ayudarle en sl comienzo de su nuevo camino
Según nuestras tradiciones espiritistas le realizamos los nueve rezos o sea un Novenario Espiritual al espíritu de ese hermano o hermana fallecido. Los actos del novenario, como su nombre lo indica, tienen una duración de nueve días, contados a partir de que muere la persona. Estos días son celebrados ininterrumpidamente en aras que su espíritu sea recibido en la gloria y asegurar su descanso.
¿Qué materiales necesito para hacer los nieve rezos?
- Mesa
- Mantel Blanco
- Veladora Blanca
- Flores Blancas
- Colonia de tu Preferencia
- Copa de Agua corriente
- Foto de la persona fallecida si esta disponible
- Libros de Oraciones Escogidas (Allan Kardec)
Procedimiento
Deberás colocar en la mesa el mantel blanco, encima el retrato si lo tienes disponible, en frente la copa con agua, la veladora y a la derecha las flores blancas .
Durante nueve días seguidos a partir del fallecimiento, se hará a una misma hora, debes sentarte al frente de la mesa conjuntamente con los que quieran acompañarte y realizar los rezos correspondientes a la Novena para los difuntos.
Mencionemos que antes de comenzar deben limpiarse con colonia y persignarse en el nombre de Padre de Hijo y del Espíritu Santo.
¿Qué rezos utilizar durante los 9 días de rezos?
- Comenzar con un Padre Nuestros y un Ave María .
- Evocación a los Espíritus Buenos:
- Alabados seáis, espíritus puros del Señor. Yo, humilde y atrasada criatura, elevo a vosotros mi pensamiento y mi corazón, para rogaros que me guieis por el camino de la verdad y me iluminéis siempre en los divinos preceptos, para no faltar a ellos y hacerme digno de alcanzar pronto la bienaventuranza. Evoco vuestra asistencia en estos momentos sagrados, para que con vuestros fluidos fortifiquéis mi atribulado espíritu encarnado, a fin de comprender y ver con más claridad las grandezas y el amor de nuestro Señor hacia nosotros. AMEN.
- A los Ángeles Guardianes y Espíritus Protectores
- Espíritus prudentes y benévolos, mensajeros de Dios, cuya misión es la de asistir a los hombres y conducirlos por el buen camino, sostenedme en las pruebas de esta vida, dadme fuerzas para sufrirlas sin murmurar, desviad de mi los malos pensamientos y haced que no dé acceso a ninguno de los malos espíritus que intenten inducirme al mal. Iluminad mi conciencia para que pueda ver mis defectos, separad de mis ojos el velo del orgullo que podría impedirme el verlos y confesármelos a mí mismo. Vos, sobre todo, mi ángel de la guarda, que veláis más particularmente sobre mí, y vosotros, espíritus protectores que tomáis interés por mí, haced que me haga digno de vuestra benevolencia. Conocéis mis necesidades, haced pues, que me sea concedida gracia según la voluntad de Dios.
- Para las Almas que Sufren y piden Oraciones
- Dios clemente y misericordioso, haced que vuestra bondad se extienda sobre todos los espíritus que desean nuestras oraciones y particularmente sobre el alma de ( se menciona al difunto ) Espíritus buenos, cuya única ocupación es el bien, interceded con ella para su alivio. Haced que resplandezca a sus ojos un rayo de esperanza, y que la divina luz ilumine les haga ver las imperfecciones que les alejan de la morada de los bienaventurados. Abrid su corazón de arrepentimiento. Hacedles comprender que, por su esfuerzo, pueden abreviar el tiempo de sus pruebas. ¡Que Dios, en su bondad, les dé fuerzas para preservar en sus buenas resoluciones! Que estas palabras benévolas puedan mitigar sus penas, demostrándoles que hay en la tierra quien toma parte en ellas y que deseamos su felicidad.
- Para los que están en aflicción
- Dios mío, cuya bondad es infinita: dignaos aliviar la amarga posición de (se menciona el fallecido ) si tal es vuestra voluntad. Espíritus buenos, en nombre de Dios Todopoderoso, os suplico que le asistáis en sus aflicciones, si algo puede hacerse en interés suyo, hacedle comprender que son necesarias para su adelantamiento; dadle confianza en Dios y en porvenir, y se le harán menos duras; dadle también, fuerzas para que no sucumba a la desesperación, porque perdería el fruto y haría que su posición futura fuese más penosa. Conducid mi pensamiento hacia él y que le ayude a sostener su ánimo.
- Para los Recién Fallecidos
- ¡Dios Todopoderoso! Que vuestra misericordia se extienda sobre esa alma que acabéis de llamar a os, ¡Que las pruebas que ha sufrido en esta vida le sean tomadas en cuenta, y nuestras oraciones puedan aliviar y abreviar las penas que tenga que sufrir como espíritu! Espíritus buenos que habéis venido a recibirle, y sobre todo vos, su Ángel de la guarda, asistidle para ayudar a despojarse de la materia dadle luz y conciencia de sí mismo con el fin de sacarle de la turbación que acompaña al tránsito de la vida corporal a la vida espiritual. Inspiradle el arrepentimiento de las faltas que haya cometido y el deseo de que le sea permitido repararlas, para activar su adelantamiento hacia la vida eterna bienaventuranza. Hermano acabas de entrar en el mundo de los espíritus y, sin embargo, estás presente entre nosotros; nos oyes y nos escuchas; porque no hay más diferencia entre tú y nosotros que el cuerpo perecedero que acabas de dejar y que pronto se reducirá a polvo. Has dejado la grosera envoltura sujeta a las vicisitudes y a la muerte, y sólo conservas la envoltura etérea e imperecedera. Si no vives ya por el cuerpo, vives de la vida de los espíritus, y esta vida está exenta de las miserias de la humanidad. Tampoco tienes el velo que oculta a nuestros ojos los resplandores de la vida futura; de hoy en adelante podrás contemplar nuevas maravillas, mientras que nosotros estamos aún sumergidos en las tinieblas. Vas a recorrer el espacio y visitar los mundos con toda libertad, mientras que nosotros nos arrastramos penosamente sobre la tierra, en que nos tiene nuestro cuerpo material, semejante para nosotros a una carga muy pesada. El horizonte del infinito va a desarrollarse delante de ti, y en presencia de tanta grandeza comprenderás la vanidad de nuestros deseos terrestres, de nuestras ambiciones mundanas, y de nuestros goces fútiles de los que los hombres hacen sus delicias. La muerte es sólo para los hombres una separación material de algunos instantes. Desde el lugar del destierro donde nos retiene aún la voluntad de Dios, así como los deberes que tenemos que cumplir en la tierra, te seguiremos con el pensamiento hasta el momento en que se nos permita unirnos a ti, así como tú te has reunido con los que te han precedido. Si nosotros no podemos ir a tu lado, tú puedes venir al nuestro. Ven, pues, entre los que te aman y has amado; sostenles en las pruebas de la vida, vela por los que te son queridos, protégeles según tu poder, y calma sus pesares con el pensamiento de que eres más feliz ahora, y la consoladora certeza de estar reunidos un día en un mundo mejor. En el mundo donde estás, deben extinguirse todos los resentimientos terrestres. ¡Que a ellos sea inaccesible para tu felicidad futura! Perdona, pues, a los que han podido hacerte algún agravio, para que ellos te perdonen el que tú puedas haberles hecho.
NOTA: Pueden añadirse a esta oración algunas palabras especiales, según las circunstancias especiales de familia o de relación a la posición del difunto.
- ¡Dios Todopoderoso! Que vuestra misericordia se extienda sobre esa alma que acabéis de llamar a os, ¡Que las pruebas que ha sufrido en esta vida le sean tomadas en cuenta, y nuestras oraciones puedan aliviar y abreviar las penas que tenga que sufrir como espíritu! Espíritus buenos que habéis venido a recibirle, y sobre todo vos, su Ángel de la guarda, asistidle para ayudar a despojarse de la materia dadle luz y conciencia de sí mismo con el fin de sacarle de la turbación que acompaña al tránsito de la vida corporal a la vida espiritual. Inspiradle el arrepentimiento de las faltas que haya cometido y el deseo de que le sea permitido repararlas, para activar su adelantamiento hacia la vida eterna bienaventuranza. Hermano acabas de entrar en el mundo de los espíritus y, sin embargo, estás presente entre nosotros; nos oyes y nos escuchas; porque no hay más diferencia entre tú y nosotros que el cuerpo perecedero que acabas de dejar y que pronto se reducirá a polvo. Has dejado la grosera envoltura sujeta a las vicisitudes y a la muerte, y sólo conservas la envoltura etérea e imperecedera. Si no vives ya por el cuerpo, vives de la vida de los espíritus, y esta vida está exenta de las miserias de la humanidad. Tampoco tienes el velo que oculta a nuestros ojos los resplandores de la vida futura; de hoy en adelante podrás contemplar nuevas maravillas, mientras que nosotros estamos aún sumergidos en las tinieblas. Vas a recorrer el espacio y visitar los mundos con toda libertad, mientras que nosotros nos arrastramos penosamente sobre la tierra, en que nos tiene nuestro cuerpo material, semejante para nosotros a una carga muy pesada. El horizonte del infinito va a desarrollarse delante de ti, y en presencia de tanta grandeza comprenderás la vanidad de nuestros deseos terrestres, de nuestras ambiciones mundanas, y de nuestros goces fútiles de los que los hombres hacen sus delicias. La muerte es sólo para los hombres una separación material de algunos instantes. Desde el lugar del destierro donde nos retiene aún la voluntad de Dios, así como los deberes que tenemos que cumplir en la tierra, te seguiremos con el pensamiento hasta el momento en que se nos permita unirnos a ti, así como tú te has reunido con los que te han precedido. Si nosotros no podemos ir a tu lado, tú puedes venir al nuestro. Ven, pues, entre los que te aman y has amado; sostenles en las pruebas de la vida, vela por los que te son queridos, protégeles según tu poder, y calma sus pesares con el pensamiento de que eres más feliz ahora, y la consoladora certeza de estar reunidos un día en un mundo mejor. En el mundo donde estás, deben extinguirse todos los resentimientos terrestres. ¡Que a ellos sea inaccesible para tu felicidad futura! Perdona, pues, a los que han podido hacerte algún agravio, para que ellos te perdonen el que tú puedas haberles hecho.
- Para los Seres que se han Amado
- Dignaos, ¡Oh Dios mío!, acoger favorablemente la oración que os dirijo por el espíritu de hacedle entrever vuestras divinas luces, y que le sea fácil el camino de la felicidad eterna. Permitid que los buenos espíritus le lleven mis palabras y mi pensamiento. Tú que me eras querido en este mundo, oye mi voz que te llama para darte una prueba de mi afecto. Dios ha permitido que fueses el primero en verte libre; no podía quejarme de ello sin egoísmo; porque sería para ti desear las penas y sufrimientos de esta vida. Espero, Pues, con resignación, el momento de nuestra reunión en ese mundo más feliz. Yo sé que nuestra separación es momentánea, y que por larga que pudiera parecerme, su duración se borra delante de la eterna felicidad que Dios promete a sus elegidos. Que su bondad me persevere de hacer nada que pueda retardar este instante deseado, y que me ahorra de este modo el dolor de no volverte a encontrar al salir de mi cautiverio terrestre. ¡Oh, que dulce y consoladora certeza que sólo hay entre nosotros un velo material que te oculta a mi vista, que puedes estar aquí a mi lado, verme y oírme como otras veces y aún mejor que antes; que no me olvidas; como yo tampoco te olvido, que nuestros pensamientos no cesan de confundirse y que el tuyo me sigue y me sostiene siempre. Que la paz del señor sea contigo.
- Plegaria del Naufrago
- Torna tu vista, Dios Mío, hacia esta infeliz criatura no me des mi sepultura entre las olas del mar. Dadme la fuerza y valor para salvar el abismo, dame gracia, por lo mismo, que es tan grande tu bondad. Si yo, cual frágil barquilla, por mi soberbia halagado, el mar humano he cruzado, tan sólo tras el placer, dejadme, Señor, que vuelva a pisar el continente, haciendo voto ferviente de ser cristiano con fe. Si yo con mi torpe falta me he mecido entre la bruma desafiando la espuma que levanta el temporal, te ofrezco que en adelante no tendré el atrevimiento de ensordecer al lamento de aquel que sufre en el mal. Y siguiendo mi rumbo, he tenido hasta el descaro de burlarme de aquel faro que puerto me designó; yo te prometo Dios mío, que brilla sobre la cruz no burlarme de esa luz por el hijo de tu amor. ¡Oh! Tú, padre de mi alma, que escuchas al afligido y me ves arrepentido de lo que mi vida fue. Sálveme, Dios mío, sálveme y dame, antes que dé cuenta, para que yo me arrepienta el tiempo preciso. Amén.
Terminaremos los rezos con las siguientes oraciones:
- Señal de la Cruz en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
- El eterno reposo dale Señor el descanso eterno. Brille para él la luz perpetua. Descanse en paz. Amén
¿Qué hacer al terminar los rezos?
Se limpiaran todos los presentes nuevamente con colonia y debes dejar la veladora prendida los nueve días , en caso que se termine, debes remplazarla por una nueva .
Las flores y el agua deben permanecer sin cambiarse durante los nueve días, a no ser que las flores se marchiten debes cambiarlas por flores frescas. El ultimo día de rezos debes al terminar votar el agua y las flores de la puerta de la casa para afuera.
¿ Cualquier persona puede hacer estos días de rezos o debe ser espiritista para hacerlos?
Cualquier persona con la fe y la seriedad necesaria para tal labor puede hacerlo. Espero este Post sea de utilidad para todos, como siempre les digo, esto no es una regla fija es simplemente mi experiencia personal, que deseo compartirla con ustedes, si tienes alguna duda sobre el tema o algo que agregar no dudes en dejar tu comentario.
Saludos y bendiciones de tu amigo y hermano
Robert Oba Oriate
Robert Peralta de Armas en Facebook
A continuación puedes descargar el libro de las Oraciones Escogidas de Allan Kardec