Diloggun
En el Diloggún habla en Oché (5), Unle (8), Ofún (10) y en Obaramelli (6-6), donde fue coronada. Su color es el amarillo, pero también se le atribuyen los coralinos y los verdes agua. Su día es el sábado y sus números son 5, 10, 15 y 25.
Caminos de Oshun
En su ya citada obra Yemayá y Ochún, Lydia Cabrera estudia los caminos de esta orisha. De sus páginas (70-72) tomamos lo siguiente:
Ochún Yeyé Moró o Yeyé Kari
La más alegre, coqueta y disipada de todas. Continuamente está en juerga. Panchaga. Se pinta, se mira en el espejo, se perfuma… «Hasta con los muertos coquetea.»
Ochún Kayode
Al igual que Yeyé Moró, «se pasa la vida de rumba en rumba». Alegre, dispendiosa, servicial.
Ochún Miwá
Observa la misma conducta. «Ligera de cascos».
Ochún Aña
Es la Oshun de los tambores.
Ochún Yumú, Ochún Gumí, Bomó o Bumí
Son aspectos serios de la diosa. Teje mallas, jamos y cestos para los pescadores. Yumú, vieja y
sorda, fabrica jarros de barro. Es la más rica de todas. «No le gustan las fiestas.» Muy severa. Tiene relaciones con el dios Oggún. Gumí está asociada a los muertos; «sale del río y maneja la pica y el azadón en Izoku» (el cementerio). Se mece en una mecedora, una comadrita, en el fondo del río.
Ochún Sekesé
Es una Oshun sumamente seria.
Ochún Akuara o Ibú
Vive entre el mar y el río: «ésta es la de aguas salada y dulce». Es también buena bailadora y de carácter alegre; trabajadora,«le gusta hacer el bien, atiende a los enfermos, como Yemayá, amarra a los abikús y se niega, en este avatar, a hacer maleficios. Sólo
«llamativos y amarres» y filtros de amor. La música la apasiona. Una santera muy anciana nos dice: «Esta es de rompe y rasga. Mujer de estatura y de mucho arreglo, gastadora, callejera, arma líos. Como Akuara, la codorniz es loquita.»
Oshun Fumiké
Muy buena, relacionada con Obatalá. Le concede hijos a las mujeres estériles. Quiere mucho a los niños.
Oshun Ololodi u Olodí
Al igual que Yumu vive en el fondo del río. Borda y teje sumida en el agua, con ¡sus peces, una estrella y la media luna. Es una sirena. Muy sorda, cuando se le llama tarda en responder. Es menester agitar con fuerza un agogô, una campanilla, «que antes era de cobre y hoy es de plata», o llamarla como a Atiti, con una trompeta en forma de cuerno del mismo metal. Muy casera. Señora de respeto. Sólo se ocupa de asuntos serios. No baila.
Ochún Funké
Sabia. Tiene grandes conocimientos y enseña. El olorisa Sandoval Herrera la llamaba la Ochún Instructora.
Ochún Edé
Elegante, gran señora, le gusta la música, concurre a las fiestas pero es juiciosa y mujer de su hogar.
Ochún Niwé
Vive en la manigua.
Ochún Kolé-Kolé o Akalá-kalá, Ikolé, Bankolé u Ochún Ibú kolé
En este camino, la risueña y seductora Ochún, que ha caído muy bajo, «se arrastra en el fango del arroyo», es una hechicera empedernida, inseparable del Aura Tinosa (Caíhartes Aura), y de ahí el sobrenombre de Ibu-kolé. Se halla en una miseria abyecta, posee un solo túnico, que era amarillo —su color emblemático—y que de tanto lavarlo se tornó blanco. Come lo que lleva el aura. Vuela con ella o en ella, y todas sus obras son malas.
Ochún Awé
Quizás otra denominación de Ochún en este mismo episodio tenebroso—es, según un viejo de la ciudad de Remedios, la más
relacionada con los muertos. En este camino (Ochún Awé) la diosa del amor no se parece en nada a la mujer exuberante de vida y de alegría, limpia y perfumada que «corre como venado para llegar a la fiesta» cuando escucha repicar los tambores y que el viejo también llamaba Ochún Galadé. Ochún Awé es Ochún afligida junto al Ikú (muerto). Ochún con la ropa sucia.»
En arará llaman a Ochún como Afradí Iyá. En Kimbisa como Empungu-Mama-Wanga y como Chola Wengue. En Palo como Chola
Nguengue, Mamá Chola o Sibimú Tatuga. Su nombre en Fon: Aziri. En Haití: Erzili Freda. En tierra Iyesá: Ochún Dodowa.
Receptáculo:
Una sopera multicolor, con predominio del amarillo, llena de agua de río y con cinco otáces. Los otáces deben ser recogidos al amanecer, del fondo de un río, y se guardan en tinajas de barro.
Atributos:
Abanicos de sándalo o pluma de pavo real, pececillos, camarones, conchas, botecitos, espejos, joyas, corales marinos, ¡sábanas, paños
bordados y todo objeto propio del tocador femenino; marugas, ache-ré, agogô, irukes y pañuelos.
Herramientas:
Cinco manillas, cinco odane, una media luna, dos remos, una estrella, un sol y de una a cinco campanillas. En dependencia del camino, sus atributos pueden cambiar. Ochún Kolé lleva, además de todo lo anterior, cinco agujas, cinco carreteles de hilo, un machete, un mortero y una corona con veintiuna piezas.
Collares:
Llevan cuentas amarillas o de ámbar Oshun Olodí, Ochún Ibú y Ochún Gummi llevan cuentas rojas, verde esmeralda o amarillo mate. Ochún ikolé las lleva rojo y ámbar. Las sartas que sólo llevan corales (iyón), pertenecen tanto a Ochún como a Yemayá.
Salutación:
Se llama por Yalodde.
Ropa:
La visten con una bata amarilla sujeta a la cintura por una faja què, sobre el vientre, lleva un peto en forma de rombo. Al borde del vestido tiene un festón de puntas con cascabelitos colgantes.
Animales:
Gallos, palomas, guineos, jicotea, patos, chivos castrados, venados (cuando era amante de Ochosi); gallinas, codornices (en el camino de Ochún Ibú Akuara), pavos reales, canarios y caimanes.
Comidas:
Palanquetas de gofio con miel, melado y caramelos. Naranjas dulces de China, lechuga, escarola, acelga, chayóte, tamal, arroz amarillo y harina de maíz. Ekó, ekrú y olelé con azafrán. Alegrías de coco y todo tipo de dulces. Ochinchin, comida litúrgica que se le ofrenda en el río antes de la iniciación de un iyawó. Lisas, anguilas, mapos, dajaos, catibos, guajacones, biajacas, guabinas, camarones del río y langostinos. Todos estos peces y mariscos del río, ahumados, se le ponen como aché. La comida se sazona
con almendros, ¡berro, canistel, flor de agua, espinaca, perejil, boniato y calabaza.
Flores:
Girasoles, guacamayos, botón de oro.
Perfumes:
Vetiver, Sándalo.
Bailes:
Son, quizás, los más bellos y sensuales de todos. Al subirse, ríe como Yemayá y agita sus brazos para que suenen las manillas de oro. Sus manos bajan y corren a lo largo del cuerpo, como los manantiales y los arroyos descendiendo de las colinas. A veces hace ademanes de remero y otras imita los movimientos de la que muele en el pilón. Generalmente danza con voluptuosidad y con las manos tendidas hacia adelante, en imploración, y con sugestivas contorsiones pelvianas. Pide, exige oñi (miel), símbolo del dulzor, de la esencia amorosa de la vida. Fernando Ortiz llama a su baile «danza de los manantiales».
Aflicciones de las que protege:
Afecciones del bajo vientre y partes genitales, la sangre, el hígado y todo tipo de hemorragias.
Monte (Ewe)
Alambrilla ambarina, amor seco, anís, añil, arabo, árbol bonito, árbol del cuerno, aroma amarillo y olorosa, ¡ateje amarillo, avellano de costa, bejuco carey, bejuco péndola, boniato, bruja, calabaza, ca-laguala, canela de monte, cañamazo dulce, carey, cascabelillo, celosa cimarrona, copetuda, coralillo blanco, culantrillo de pozo, chayóte, espigelis, espinaca, extraña rosa, frailecillo de monte, frescura, girasol, grénguere, grosella, guacamaya colorada, guama de costa, hoja menuda, jaboncillo, limo de río, llantén cimarrón, jía amarilla, lechuga, légaña de aura, málvate, malvira, mangle, mango, manzanilla, marañón, melón de Castilla, mije, mirto, naranja, orozuz de la tierra, palo mulato, papo, papito, zapatico de la reina, peralejo del monte, peregrina, perejil, pina de salón, pringa hermosa, pomarrosa,
rosas, sangre o carne de doncella o palo señorita, soplillo, titonia, vainilla amarilla, vainilla rosada, vetiver, hierba caimán, hierbaluisa, hierba maravedí y hierba mulata.
Hijos:
Simpáticos y fiesteros, son en el fondo, muy voluntariosos y tienen un gran deseo de ascensión social. Aman las joyas, los perfumes y la buena ropa. Son sensuales, pero se esfuerzan por no chocar contra la opinión pública, a la que conceden grandísima importancia.
Pataki de Oshun
Ochún, la bella entre las bellas, gustaba de pasearse por el monte. Cantaba y jugaba con los animales porque ella amansa a las fieras y ni el alacrán la pica. Un día Oggún, el herrero infatigable que vive en la manigua, la vio pasar y sintió que se le traspasaba el corazón. Impetuoso y brutal, corrió detrás de la que soliviantaban su deseo, decidido a poseerle. Ochún, que estaba enamorada de Shangó, huyó asustada. Ágil como el venado, en su loca carrera, atravesó los verdes campos de berro de OrishaOko, el que asegura la fecundidad de la tierra. Pero Oggún, enardecido y violento, estaba por darle alcance. Fue entonces que Ochún, desesperada, se lanzó al
río. Arrastrada por el torbellino de la corriente, llegó hasta la desembocadura donde se tropezó con la poderosa Yemayá, madre de todos los orishas. Compadecida, Yemayá la tomó bajo su protección, y le regaló el río para que viviera. Para alegrarle, la cubrió de joyas, corales e infinitas riquezas. Por eso es que Ochún vive en el río y quiere tanto a Yemayá.